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Los sueños

Mientras estamos dormidos, se producen en nuestra mente una serie de fenómenos, complejos, de los que no tenemos conciencia y que sólo en ocasiones recordamos al despertar. Durante las horas de reposo nocturno, el cuerpo descansa, pero la mente no: permanece en actividad, elaborando imágenes y conceptos en el subconsciente. ¿Por qué soñamos? Parece que porque lo necesitamos, que soñar es otra función más de las muchas que mantienen nuestra existencia dentro de los cauces de la normalidad. Sin embargo, el significado de los sueños inquieta a todos ante la dificultad de poder interpretar los con absoluta claridad. Los investigadores están proporcionando respuestas interesantes al problema. Seguramente, cuando podamos descifrar en su totalidad lo que soñamos, podremos conocer mejor las profundidades de nuestra personalidad, ese mundo oculto y tremendamente apasionante del subconsciente.

El sueño

El sueño es un estado de reposo uniforme de un organismo. En contraposición con el estado de vigilia -cuando el ser está despierto-, el sueño se caracteriza por los bajos niveles de actividad fisiológica (presión sanguínea, respiración) y por una respuesta menor ante estímulos externos.
La Teoría de Sigmund Freud sobre la interpretación de los sueños.
Sigmund Freud fue sin duda uno de las personas más influyentes dentro del desarrollo del pensamiento durante el siglo XX. Su teoría que nuestras mentes guardan recuerdos y emociones en nuestro subconsciente transformó la forma en la que los humanos estudiaban la mente humana.
Freud decía que a lo largo de la historia, hubo tres grandes humillaciones. El descubrimiento de Galileo que no somos el centro del Universo; el descubrimiento de Darwin que no somos la corona de la creación; y su propio descubrimiento que no controlamos nuestra propia mente.
La tendencia de terapias que utilizan la existencia de dificultades en la infancia o emociones reprimidas para explicar problemas emocionales actuales empieza con Freud.
Uno de los descubrimientos más importantes de Freud es que las emociones enterradas en la superficie subconsciente suben a la superficie consciente durante los sueños, y que recordar fragmentos de los sueños pueden ayudar a destapar las emociones y los recuerdos enterrados.
A lo largo de su obra más conocida, La Interpretación de los Sueños, Freud utiliza sus propios sueños como ejemplos para demostrar su teoría sobre la psicología de los sueños. Freud distingue entre el contenido del sueño "manifiesto" o el sueño experimentado al nivel de la superficie, y los "pensamientos de sueño latentes", no conscientes que se expresan a través del lenguaje especial de los sueños.
Freud mantiene que todos los sueños representan la realización de un deseo por parte del soñador, incluso los sueños tipo pesadilla. Hay sueños negativos de deseos, donde lo que aparece es el incumplimiento de un deseo. Para esto se dan varias explicaciones, entre las cuales está la satisfacción de una tendencia masoquista. No obstante sigue en pie la conclusión general de Freud: los sueños son realizaciones disfrazadas de deseos reprimidos. Según su teoría, la "censura" de los sueños producen una distorsión de su contenido. Así que lo que puede parecer ser un conjunto de imágenes soñados sin sentido puede, a través del análisis y del método "descifrador", ser demostrado ser un conjunto de ideas coherentes. Freud propone que al valor del análisis de los sueños se radica en la revelación de la actividad subconsciente de la mente.
La teoría de interpretación de los sueños de Freud representa las primeras teorías de este con relación a la naturaleza de la psicología de sueños inconscientes, la importancia de las experiencias de la infancia, el lenguaje "hieroglífico" de los sueños y el método que el llama "psicoanálisis"
Freud considera que todo sueño es interpretable, es decir, puede encontrarse su sentido. La labor de interpretar no recae sobre todo el sueño en su conjunto sino sobre sus partes componentes basándose en una especie de libro de los sueños, donde cada cosa soñada significa tal otra cosa en forma rígida, sin considerar la peculiaridad de cada sujeto. Primero se descompone el relato en partes, y recién al final surge la interpretación final o global, en la cual se nos revela el sueño como una realización de deseos.
El sueño no es meramente actividad somática: es un acabado fenómeno psíquico de realización de deseos, y por tanto debe ser incluido en el conjunto de los actos comprensibles (no incomprensibles) de nuestra vida despierta, constituyendo el resultado de una actividad intelectual altamente complicada.
El deseo aparece disfrazado en el aspecto manifiesto del sueño, en lo efectivamente soñado, proceso denominado 'deformación onírica'. Freud se pregunta porqué tiene que haber una deformación, ya que podría haber ocurrido que el sueño expresara el deseo en forma directa, sin deformación. Esta deformación es intencional y se debe a la censura que el sujeto ejerce contra la libre expresión de deseos, por encontrarlos censurables por algún motivo.

Significado de los sueños y Sigmund Freud
Los sueños premonitorios
Los sueños premonitorios suelen estar envueltos en un simbolismo difícil de interpretar, puesto que no se refieren a experiencias pasadas. Se trata de mensajes que provienen del inconsciente y que por lo regular nos advierten de peligros o claves importantes para el desarrollo de nuestra personalidad.
Esta clase de sueños ha tenido siempre un gran valor en las culturas orientales y en las que aún hoy suelen denominarse primitivas. En la nuestra han sido asociados, por lo regular, con cuestiones religiosas y su existencia se admitía tan sólo en la vida de santos y profetas. Pero, curiosamente, estos últimos sólo se reconocen muchos años después de acontecida su muerte, por lo que de sus sueños premonitorios quedan, en el mejor de los casos, dudosas leyendas debidamente depuradas por los dogmas religiosos.
Durante el sueño parece que se nos abran otros mundos. Con frecuencia, nuestros sueños nos transportan a tiempos y lugares remotos; nos encontramos a nosotros mismos entre personas y cosas que nos son familiares, aunque extrañamente transfiguradas. Hacemos cosas que nos resultarían imposibles estando despiertos, o nos encontramos paralizados e incapaces de realizar la más simple de las acciones. A veces tenemos la sensación de poseer un conocimiento profundo que daría sentido a toda nuestra vida, conocimiento que olvidamos al despertar o que nos parece incoherente.
Y quizás, a veces, los sueños nos proporcionan un conocimiento real, una visión de un futuro que acontecerá en realidad. La naturaleza de los sueños ha desconcertado a la humanidad civilizada desde los primeros tiempos. Alrededor de los sueños se han desarrollado innumerables creencias y cultos. Esto no debe sorprendernos, ya que actualmente ninguna teoría del sueño y de los sueños es aceptada universalmente. Las antiguas creencias acerca de los sueños se basaban en la idea de que predecían sucesos futuros, y se inventaron métodos complicados para su interpretación. Uno de los más antiguos manuscritos que se conservan, un papiro egipcio de 4.000 años de antigüedad, está dedicado al complejo arte de la interpretación de los sueños.
Un sueño del faraón Tutmés IV, hacia 1450 a.C., se consideró lo bastante importante como para ser grabado en una lápida que fue erigida frente a la Gran Esfinge de Gizeh. Cuenta cómo, cuando era todavía príncipe, Tutmés soñó durante la siesta que el dios Hormakhu le hablaba, diciéndole: "La arena del paraje en el que transcurre mi existencia me ha cubierto. Prométeme que tú harás lo que desea mi corazón; entonces sabré que tú eres mi hijo, que tú eres mi salvador..." Cuando fue faraón, Tutmés retiró la arena que cubría la Esfinge sagrada en honor de Hormakhu, y su reinado fue largo y fructífero, tal como el dios le había prometido en el sueño.
Los sueños en las artes adivinatorias
Tradicionalmente se ha conectado el mundo de los sueños con las artes adivinatorias. Desde lejanos tiempos ha sido éste un campo fértil para magos, videntes y profetas. Hoy en día no sólo lo es para estas personas sino que también la ciencia, a través de la psicología, pone el caudal onírico en posición privilegiada para conocer la problemática, los deseos, esperanzas y posibilidades proyectivas que hacia su vida tienen todos y cada uno de los individuos humanos.
La razón de la conexión entre los sueños y el futuro es sencilla. Aquellos nos hablan de los contenidos pulsionales inconscientes, de las potencias ocultas, por donde encauzamos nuestras vidas ante el reto de posibilidades que el porvenir nos lanza. Y esa es la voluntad de nuestra existencia individual. Dadas las características biológicas particulares de nuestra estructura biológica, de nuestra cultura y de las experiencias adquiridas, además de otras inclinaciones espirituales, nos encontramos con requerimientos, tendencias y deseos involuntarios que nos llevarían a tomar una serie de decisiones y a ejecutar los actos correspondientes.
Así vamos conduciéndonos por este devenir vital, por el proceso temporal de nuestra edad y forjando el camino que será, inexcusablemente, nuestro y sólo nuestro.
Deseos y esperanzas ocultos
Las artes adivinatorias consisten en una captación de nuestros deseos y esperanzas ocultos. Estos, en un fugaz instante posterior, se vislumbran proyectivamente aplicados al sendero de nuestra temporalidad. Para ello se requiere sensibilidad y habilidad en la observación de nuestras más mínimas conductas y formas de pensar e imaginar, unido todo a una gran dosis de sentido común o lógica natural. Los videntes, adivinos y profetas, cuando son mínimamente serios, realizan todo este proceso con una gran rapidez, debido al entrenamiento de la intuición a través de su hemisferio cerebral no predominante (el derecho para los diestros).
En el caso de los sueños, se pone rápidamente en conexión el contenido de los mismos con la forma de relatarlos, la apariencia física del sujeto, su manera de vestir, de pensar y los datos biográficos de que se disponga. A todo ello se suele unir también la interpretación realizada por el propio consultante.
Con todo este material se pueden obtener conclusiones muy claras y concretas, ya sea por medio del uso de la intuición (visiones y sentimientos de la vida pasada y futura) o por el análisis racional. La primera forma ha estado relegada a los santos, profetas o adivinos y ha sido puesta en duda en numerosas ocasiones, por la falta de escrúpulos y los engaños de muchos farsantes. Ha habido pseudo-adivinos que, sin un desarrollo real de sus facultades psíquicas, simplemente memorizaban algunas claves de la tradición oniromántica o de las supersticiones populares para sorprender con ellas, entre trucos dramáticos, a sus ingenuos clientes.
La segunda fórmula válida para la interpretación es la que, a partir de Freud, se ha asociado al psicoanálisis y se esfuerza en aportar el rigor del método científico. No obstante, el buen psicólogo debe tener capacidades manifiestas tanto en cuanto a la observación y análisis racional como a la captación intuitiva. Y tales cualidades lo convierten, como C. Jung decía, en el moderno gurú occidental.
Como conclusión observamos que las artes adivinatorias, considerando la interpretación de los sueños u oniromancia como una de las más destacadas, siguen teniendo su lugar en nuestra sociedad actual. Pero hoy, más que nunca, se ha de tener precaución. Porque en nuestros días, debido a la masiva divulgación de todos los temas, han surgido muchos falsos profetas que, en ocasiones, infringen, con toda la buena voluntad de su ignorancia, daños irreparables en sus ingenuas víctimas.
Sueños espirituales
Hay una tradición antigua y universal acerca de la naturaleza de los sueños que ha perdido credibilidad en los tiempos modernos. Esta visión sostiene que algunos sueños tienen un origen divino, que son un portal a los mundos espirituales, y que pueden transmitir mensajes y visiones internas, incluso de carácter profético.
En el Antiguo Testamento hay un versículo que pone en boca de Dios estas recomendaciones: “Escuchad mis palabras: Si hay un profeta entre vosotros, Yo el Señor, me daré a conocer a él en una visión. Le hablaré en un sueño.”
Entre los huicholes o wirrarikas de México y muchos otros pueblos indígenas de América, aún se cree que a través de un sueño, un dios o un antepasado puede enviar un mensaje a un marak’ame o chamán en particular o inclusive a un grupo de personas si lo considera necesario.
Los egipcios pensaban que los sueños eran causados por los viajes del alma durante el descanso nocturno. Lo mismo piensan aún hoy millones de personas en la India. Sus más antiguos textos señalan que debido a estos viajes del alma los niños pueden soñar con impresiones de sus vidas pasadas y los ancianos con imágenes de sus próximas encarnaciones.
Los chinos también creían que el alma podía separarse del cuerpo durante el sueño y viajar a los mundos espirituales, donde podía comunicarse con los que ya habían partido, y después regresar al cuerpo con recuerdos de la visita, por eso es que a los altos oficiales chinos se les instaba a buscar guía divina en los sueños a fin de tomar decisiones y realizar juicios con sabiduría.
Los aborígenes australianos tienen dentro de cada tribu un miembro que hace las funciones de “evocador de sueños”. Ellos creen que, mediante un ritual, pueden evocar un sueño cuando necesitan ayuda para comprender una relación, una cuestión de salud o el propósito de alguna experiencia determinada. El evocador de sueños, además de guiarles en el ritual, les ayuda a interpretar los sueños que hayan tenido como resultado.
En la antigua Europa, también se tenía en alta consideración la evocación de sueños. El templo griego de Asclepius se erigió en su origen como un lugar de gran energía sanadora donde una persona enferma podía acudir, dormir y tener un sueño intrínsecamente curativo. El rito se fue transformando a lo largo del tiempo y los encargados del templo, o therapeutes, empezaron a hacer de intérpretes de las instrucciones sanadoras ocultas en el simbolismo del sueño. Fue entonces cuando a los sueños se les atribuyó una fuerza curativa menor, y pasaron a ser mensajes crípticos que debían ser interpretados por los terapeutas, los cuales analizaban de un modo adecuado estos comunicados de los dioses con el propósito de determinar el curso correcto para salir de la enfermedad.
Una de las mayores pérdidas de nuestra moderna psicología en su persecución de fundamentos científicos ha sido descartar estas visiones ancestrales, ya que los sueños de carácter espiritual prevalecen hoy en día tanto como en los tiempos antiguos.
Miles de personas reportan sueños proféticos, visitas de familiares y amigos muertos y viajes fuera del cuerpo a localidades lejanas en la Tierra o incluso a dimensiones espirituales. Sin embargo son muchísimas personas más las que simplemente reportan haber recibido inspiración o advertencias útiles durante sus sueños.
Es un hecho comprobado por la ciencia que todos soñamos. Lo que ocurre es que no siempre recordamos nuestras experiencias oníricas. Sin embargo, actualmente tenemos a nuestra disposición distintas técnicas que nos ayudan a recordarlos de una manera cada vez más regular y con mayores detalles.
Cuando llevamos aunque sea un poco de tiempo ejercitando nuestra memoria onírica, enseguida nos damos cuenta de que hay distintos tipos de sueños. Básicamente hay algunos relacionados con nuestro pasado emocional y hay otros que nos ofrecen perspectivas del porvenir.
Lo más fantástico de los sueños es que cuando empezamos a prestar un mínimo de atención a los mensajes que contienen, eventualmente llega un punto en el que comenzamos a recibir consejos prácticos para solucionar los problemas que nos agobian en un momento determinado, para llevar a término alguna investigación o para apoyarnos en algún proceso creativo. Son consejos que vienen directamente del Espíritu.
Ya sea que los consideremos como descargas emotivas del inconsciente, como viajes del alma fuera del cuerpo o como ambas cosas, los sueños siempre dejan dentro de nuestra memoria una serie de imágenes o escenas susceptibles de ser recordadas, estudiadas y, en cierta medida, interpretadas o comprendidas; de tal manera que podemos aplicar estos conocimientos en beneficio de nuestra evolución personal y colectiva.
Al igual que existen ejercicios para recordar los sueños, también existen diversas técnicas que nos ayudan a descifrar su simbología, a re-experimentarlos, a evocarlos y a comprender cabalmente su significado. Incluso hay técnicas que paulatinamente nos permiten entrar al estado de sueño sin perder la conciencia y actuar lúcidamente dentro de estos espacios.
Por todo ello, ahora como antaño, el trabajo con sueños es una aventura fascinante que nos conduce al autoconocimiento y nos permite entrar en contacto con nuestro Espíritu y poner en práctica su inagotable sabiduría.
Sueños Recurrentes
Los sueños recurrentes se repiten con poca variación en la historia o tema. Estos sueños pueden ser positivos, pero frecuentemente la mayoría de ellos son pesadillas. Los sueños pueden recurrir porque un conflicto plasmado en el sueño permanece no resuelto e ignorado. Una vez se ha encontrado una solución al problema, Los sueños recurrentes pueden cesar.
La mayoría de los sueños contienen mensajes que sirven para enseñarnos algo sobre nosotros mismos. Desafortunadamente muchas veces nos olvidamos qué soñamos sobre nuestra rutina diaria. En los sueños recurrentes, el mensaje puede ser tan importante y/o poderoso que no quiere que lo ignoremos. La repetición frecuente de tales sueños nos fuerza a prestar atención y enfrentar el sueño. El sueño trata desesperadamente de contarnos algo. Tales sueños son frecuentemente pesadillas o de contenido atemorizador, para hacer que tomemos nota y prestemos atención a ellos.
Los sueños recurrentes son bastantes comunes y son provocados frecuentemente por alguna situación especifica de nuestras vidas o un problema que regresa una y otra vez. Estos sueños pueden recurrir a diario, una vez a la semana, o una vez por mes, pero cualquiera que sea la frecuencia, hay poca variación en el contenido del sueño en sí mismo. Usualmente apuntan a alguna debilidad personal, temor, o incapacidad de arreglar algo en nuestras vidas – actuales o pasadas.
Por supuesto, hay también sueños bonitos recurrentes. Alguna gente construye su mundo propio en sueños, que exploran, encontrando amigos allí, etc. Algunos dicen entrar en un mundo diferente, otros atribuyen esto a recuerdos de viejos sueños que crean uno nuevo. Posiblemente lo más importante es que estos sueños se tomen como instrumentos para seguir conociéndose uno mismo.
Sugerencias para superar los sueños recurrentes.
Para comprender su sueño recurrente, se debe estar dispuesto a aceptar algún tipo de cambio o experimentar una transformación.
Se debe estar dispuesto a mirar dentro de uno mismo y enfrentar lo que se pueda encontrar, por difícil que sea.
Se debe ser capaz de mirar el sueño desde un punto de vista objetivo. Hay que intentar ir más allá de los elementos emocionales y reactivos del sueño y concentrarse en las imágenes simbólicas. Muchos sueños a veces son enmascarados por elementos que perturban y que impiden ir más profundo. Este es un mecanismo de defensa que el inconsciente puede estar utilizando.
Ser paciente. No hay que desalentarse si estos sueños todavía recurren aun después que se cree que se han comprendido.
Aprender a aceptarnos a nosotros mismos verdaderamente y totalmente.
Ocurre frecuentemente que una vez que se descubre lo que el sueño recurrente trata de decir, estos sueños cambian o desaparecen por completo.

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